lunes, 22 de octubre de 2012

PAPEL DE LA FAMILIA EN PEDIATRÍA

Esta mañana he comenzado en las Urgencias Pediátricas, donde voy a pasar la semana entera. Es cierto, que es más tranquilo que el Triaje o los Boxes, pero no por ello se aprende menos o es menos importante, simplemente aprendes cosas diferentes, como por ejemplo, cómo explicar a un niño lo que le vamos a hacer de forma que nos entienda o cómo tranquilizar a unos padres angustiados.
Siempre que llega un niño, lo primero que se hace es pesarle (para el cálculo de dosis de medicación), tomar la temperatura y si presenta tos o disnea, se mide la saturación. Es importante, no sólo medir la saturación, sino ir un poco más allá y fijarnos en si la frecuencia cardiaca concuerda con la saturación, observar si presenta tiraje, observar si la frecuencia respiratoria es normal o no para su edad y escuchar si realiza algún tipo de ruido anormal en la respiración. A continuación, pasan con el médico, les hace una valoración más exhaustiva y ponen tratamiento o solicitan la realización de ciertas pruebas (analíticas de sangre y orina, Rx…).
Los casos pediátricos más significativos que hemos atendido esta mañana ha sido una niña de 4 meses con laringitis, que ha sido muy fácil su diagnóstico porque presentaba una clínica de libro: afonía en el llanto, tos metálica (como de “viejo”), estridor (debido al edema de la mucosa subglótica), dificultad inspiratoria y la madre ha referido que empeoraba por la noche. Hemos administrado 3cc de Dexametasona, un corticoide oral con elevada potencia antiinflamatoria, y tras 2-3 horas ha comenzado a mejorar. Y el otro caso, ha sido el de una niña de 3 años que se ha partido el labio tras una caída y ha sido necesario suturarla. Por un lado, he intentado tranquilizarla, hablándola y explicándola qué iban a hacerle (en un lenguaje adaptado a su edad), y por otro, he recordado cómo se suturaba de forma manual.
Cuando he llegado a casa, he hecho un repaso mental de todos los niños que hemos visto durante la mañana, y me he dado cuenta de que la mayoría de los niños han llorado, estaban irritables, o bien,  he percibido que no se sentían cómodos…
¿Por qué? ¿Qué significa para un niño estar en un hospital?¿Es importante la presencia de los padres?
Para cualquier niño que ingresa, el hospital supone un impacto del contexto físico (ambiente inusual), significa dependencia y despersonalización, contacto con desconocidos, pérdida de control, falta de conocimientos, una interrupción de los roles habituales (ir al colegio, juguetes, amigos, estar en casa con los hermanos…) y una adaptación al “rol de paciente”. Estos factores pueden hacer que los niños se sientan irritables, inseguros, estresados o con incertidumbre.
Los padres son un elemento que la enfermera debe tener presente en el proceso de los cuidados porque en mi opinión, proporcionan aspectos positivos tanto al niño como a los profesionales: proporcionan intimidad, sirven de modelo de afrontamiento, aportan afecto, protección y seguridad, ayudan a la enfermera en algunos cuidados, facilitan información y conocimiento sobre el niño, y moderan el estrés.
Sabiendo esto, me ha gustado ver, que las enfermeras y los médicos en pediatría dejan estar presentes a los padres en todas las técnicas porque como he dicho, son un factor amortiguador del estrés y la ansiedad del niño.

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