La práctica asistencial hace que diariamente nos movamos por el complicado campo de las relaciones interpersonales, por lo que es fundamental nuestra capacidad de empatizar y respetar los derechos como la intimidad, la privacidad y la dignidad de los pacientes.
Esta mañana, una joven de 26 años ha acudido a urgencias porque notaba palpitaciones en el corazón. Cuando ha sido valorada, la he realizado un electrocardiograma en la sala A. Mientras estaba colocando los electrodos sobre su pecho descubierto, ha empezado a entrar gente en la sala: un médico a dejar papeles, dos enfermeras hablando de sus cosas, un celador preguntando algo a las enfermeras, dos auxiliares, un paciente de la sala de espera llamando y abriendo una de las puertas…Entonces, he mirado a la paciente y me he sentido apurada por la cara de incomodidad y vergüenza que presentaba.
La intimidad es un concepto único para cada individuo, subjetivo e influenciado por
la educación, edad, sexo, raza, religión, etc. La intimidad representa lo más interior de cada persona, la parte más reservada o particular de los pensamientos, afectos o asuntos interiores. En mi opinión, la intimidad no sólo abarca el aspecto corporal sino también un aspecto psicológico (pensamientos, valores, creencias) y la confidencialidad (preservar los datos que sabemos de los pacientes ).
Todas las enfermeras saben y conocen el derecho a la intimidad y los deberes que van con ella, pero en la práctica observo cómo el mantenimiento de la intimidad a veces es olvidado, y se actúa rápido y sin miramientos, incluso cuando no hay presión asistencial.
Pienso que lo primero que debemos hacer para mantener la intimidad de nuestros pacientes es pararnos a reflexionar, sensibilizarnos, empatizarnos y tomar conciencia sobre la importancia que tiene para ellos. Algunas actuaciones que podemos seguir para que los pacientes se sientan más cómodos son asegurar un primer contacto respetuoso y empático, crear un ambiente íntimo, transmitir información acerca de qué vamos a realizar ya que esto hará que disminuya su ansiedad y pedir permiso si puede estar presente otro profesional o la estudiante.
Como conclusión, puedo decir que actuar de forma empática, siendo cautos y respetuosos con la intimidad, y no mecanizando las conductas, hará que aumente la calidad de nuestros cuidados, y como consecuencia, aumentará también la satisfacción y la comodidad de nuestros pacientes.
Ok, ¿Qué piensas que podrías haber hecho para salvaguardar la intimidad de esta paciente?
ResponderEliminarReflexiona sobre ello.
Teresa