martes, 27 de noviembre de 2012

PACIENTE ONCOLÓGICA

Esta es mi última semana y he regresado de nuevo a BOXES. Esta mañana, ha ingresado una paciente de 42 años, que fue intervenida hace unos meses debido a  un cáncer de mama y se le realizó una mastectomía derecha. Hace unos días, recibió su primer ciclo de quimioterapia y ha acudido a urgencias por una diarrea intensa, sentimiento de debilidad y malestar general. Tras 24 horas realizando analíticas, poniendo tratamiento y reevaluando su situación, han detectado que padece neutropenia. Cuando he ido a la habitación, la paciente ha comenzado a llorar y a decirme que toda la situación le venía grande, que tenía un miedo horrible a morir y que después de una complicación, llegaba otra y después, otra, y que no paraban. Entonces, me he sentado con ella y no sé cómo lo he hecho, pero no me he bloqueado y hemos comenzado a hablar. La he explicado, que es normal sentirse cansada después de la quimioterapia porque es un tratamiento agresivo que ataca a las células “malas” pero también a aquellas que son “buenas”; la he explicado que todos los pacientes que reciben quimioterapia también se sienten cansados como ella y que es normal tener subidas y bajadas en el ánimo, y que muchas veces necesitamos llorar, pero eso no significa que seamos débiles. También la he comentado que es muy valiente y es afortunada de estar rodeada y cuidada por sus familiares. A medida que hemos ido hablando y profundizando en las conversaciones, ella ha ido deteniendo el llanto, se ha ido tranquilizando y hemos terminado de la mano. A continuación, se la han llevado a la observación para realizar un aislamiento inverso por su neutropenia. A las 15h, cuando íbamos a cambiarnos para volver a casa, me he pasado por la observación y he golpeado su ventana desde fuera, entonces, me ha mirado, la he saludado con la mano, y nos hemos sonreído.

Pienso que con esa pequeña conservación y con el hecho de ir a observación para decirle “adiós”, he sabido transmitirla un poco de empatía, de interés por su situación, y creo que la he hecho sentir que no está sola. Para mí, ha sido un momento emotivo y delicado, un momento de “conexión” con la paciente, en el que he aprendido un poquito más acerca de la relación terapéutica, el manejo de sentimientos y la comunicación no verbal. Quizás no es  gran cosa para una enfermera experimentada, pero yo me he sentido satisfecha  porque he aprendido realmente lo que significan INTERVENCIONES NIC tan abstractas como ESCUCHA ACTIVA, PRESENCIA,  APOYO EMOCIONAL,DAR ESPERANZA ,etc., que en muchas ocasiones no sabemos cómo pragmatizar.

Finalmente, comentar que tengo una especial sensibilidad con los pacientes oncológicos y muchas veces pienso en cómo puedo conseguir que la muerte (o patologías como el cáncer) no afecten a mi propia emotividad para no sobrecargarme de angustia y tristeza, pero sin dejar de ser empática, comprensiva y humana. ¿Debo implicarme o por el contrario crear una barrera y mantenerme al límite? Frente a esto, he encontrado un fragmento de lectura que me ha servido de ayuda:

“Frente al miedo de la sobreimplicación, la experiencia nos dice que, paradójicamente, cuanto más se implica el profesional menos se quema porque se sitúa ante un sujeto en el que reconoce, signos , síntomas y disfuncionalidades, pero también capacidades, estrategias y valores. Ello provoca  que el encuentro terapéutico sea más intenso y que el profesional salga fortalecido por lo mucho que puede incorporar de la riqueza del otro.”
J. Barbero

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