En estas prácticas, mi opinión sobre la Enfermería no ha cambiado sino que se ha reforzado. Sigo pensando que la Enfermería es un arte y una ciencia, cuya función es ayudar al individuo sano y enfermo en la realización de aquellas actividades que contribuyan a su salud, recuperación o a una muerte tranquila.
Además, he comprobado que la enfermera, como dice Virginia Henderson, “es, temporalmente, la conciencia para el inconsciente; el apego a la vida para el suicida, la pierna para el amputado; los ojos para quien acaba de perder la vista; un medio de locomoción para el recién nacido; el conocimiento y la confianza para la joven madre; la voz de los que están demasiado débiles para hablar o se niegan a hacerlo y así sucesivamente”.
Además, he comprobado que la enfermera, como dice Virginia Henderson, “es, temporalmente, la conciencia para el inconsciente; el apego a la vida para el suicida, la pierna para el amputado; los ojos para quien acaba de perder la vista; un medio de locomoción para el recién nacido; el conocimiento y la confianza para la joven madre; la voz de los que están demasiado débiles para hablar o se niegan a hacerlo y así sucesivamente”.
Al inicio de las prácticas me sorprendieron muchas situaciones en las que mis conocimientos teóricos chocaban o se contradecían con las cosas que veía, incluso cuando trabajaba con los distintos enfermeros, cada uno realizaba las cosas de una forma particular. Esto me ha servido para reflexionar en cómo yo quiero ser con los pacientes, en qué tipo de profesional me quiero convertir y de qué manera quiero realizar mis tareas.
En cuanto al funcionamiento del hospital, me ha sorprendido positivamente, pienso que la coordinación de tantas personas es complicado, pero que se funciona bastante bien con herramientas como Selene®, Manchester®, las balas en las que se manda medicación o analíticas, los teléfonos internos…aunque por supuesto, todo es mejorable.
Con respecto a mi relación con los pacientes y su familia, considero que ha sido correcta, respetuosa, cercana y empática. Esto no quiere decir que todos los momentos hayan sido fáciles de sobrellevar o manejar, ya que también me he sentido bloqueada y “tocada” en algunas situaciones complejas: el desánimo de pacientes oncológicos, muerte, enfermedades avanzadas, dolor, familias que sufren…
Gracias a mi tutor y el resto del equipo, he aprendido a controlar y actuar en algunas de estas situaciones (aunque todavía queda mucho por aprender), escuchando y ofertando disponibilidad al paciente y a su familia.
Gracias a mi tutor y el resto del equipo, he aprendido a controlar y actuar en algunas de estas situaciones (aunque todavía queda mucho por aprender), escuchando y ofertando disponibilidad al paciente y a su familia.
He aprendido algunas habilidades y actitudes como comunicarme con el paciente y su familia, observar (y no sólo mirar) al paciente y a lo que le rodea, trabajar en equipo, resolver conflictos con los miembros del equipo o familiares, admitir críticas e intentar mejorarlas, realizar valoraciones de enfermería, adquirir soltura en diferentes técnicas (gasometrías, vendajes, férulas, canalización de vías, analíticas), mostrar seguridad, priorizar mis actuaciones, registrar las técnicas y cuidados proporcionados; pero también he adquirido conocimientos sobre las distintas patologías y sus signos y síntomas, sobre las distintas pruebas diagnósticas y los cuidados que suponen, he aprendido y repasado farmacología, las formas de administración de fármacos y cálculo de dosis.
Mi expectativa principal al principio de las prácticas, era APRENDER de TODO lo que viese: de los enfermeros, de los pacientes, de la relación entre ambos, de las técnicas, de las enfermedades, de las situaciones más o menos complejas, de los familiares, de los cuidados proporcionados, etc. Pero ahora, haciendo balance, me doy cuenta que aparte de haber superado con creces mi objetivo, he aprendido valores como el compañerismo, la humildad, la entrega y el compromiso, el respeto, la prudencia, la afectividad, la empatía y la observación, que me sirven no sólo para formarme como profesional, sino también como persona.
“La Enfermería es un arte y si se pretende que sea un arte, requiere de una devoción tan exclusiva, una preparación tan dura, como el trabajo de un pintor o de un escultor, pero ¿cómo puede compararse la tela muerta o el frío mármol con el tener que trabajar con el cuerpo vivo, el templo del espíritu de Dios? Es una de las Bellas Artes; casi diría, la más bella de todas las Bellas Artes”
Florence Nightingale